Reseña de los Jueves de Crítica. 2º encuentro – Junio 2017

Por Víctor Hernando // Coordinador del Área de Investigaciones en Mimo

El pasado jueves 8 de junio se realizó en la sede del Instituto de Artes del Espectáculo el segundo encuentro del ciclo Jueves de Crítica-2017, con la presencia de su director, el Dr. Jorge Dubatti. Se proyectaron escenas de la obra Los niños de noviembre, del grupo ecuatoriano Trompos y Garabatos (con dirección de José Alvear y la actuación de Gabriela Rosero y Galo Granda) y Féminas 2, de y por Laura Giménez, (Córdoba – Argentina).

Tanto el fragmento elegido de la obra del grupo de Guayaquil como la obra breve de Laura Giménez, tratan de relaciones de pareja en las que se visibiliza la posición de sometimiento de la mujer y diferentes expresiones de violencia de género. Se exhibieron los dos videos y luego pasamos al intercambio de ideas. El primer elemento que surgió fue confrontar las dos estéticas: por un lado el diálogo corporal que permite el dúo ecuatoriano, frente al recurso de evocación del personaje masculino, por parte de la mima solista.

Los niños de noviembre

Del fragmento de Los niños de noviembre, se destaca la eficacia del diálogo, que se concreta en una resonancia permanente entre los dos mimos, y la sutileza con que se han construido las escenas de violencia, sin llegar nunca a la reproducción morbosa. Esa forma elíptica de abordar el conflicto resulta más cruda y más potente que presentar la violencia explícita.

Respecto a elementos de la poética corporal, a varios asistentes les resultó llamativa la superposición de dos registros discursivos tan distintos como las acciones cotidianas naturalistas alternadas con secuencias coreográficas. Si bien es con estas últimas cuando se logra el mayor nivel dramático, quizás es por su fuerte marca dancística que se pierde la profundidad de la vivencia actoral.

Féminas

Se destaca en esta obra de Laura Giménez una dramaturgia consistente. El cuadro empieza como una escena teatral y termina como una foto animada. Se pasa de la placidez y el enamoramiento al rechazo y la amargura.

En esta obra, la violencia está jugada en los detalles, en un tipo de erotismo dominante más que en una mujer golpeada. La violencia se manifiesta en microaaciones que, además, logran revelar el estado interior de la protagonista.

Es la sutileza expresiva, además de la calidad interpretativa excepcional, la que da a la obra su sello distintivo, más allá de su perfección técnica.

El final es, en su sencillez, un hallazgo que demuestra que estamos frente a una actriz corporal en su madurez expresiva. Es en esa “foto” final, donde se reproduce la clásica pose del marido sentado y la mujer, de pie, apoyando la mano en su hombro, en la que aparece una síntesis de la posición femenina frente al sometimiento: una parte de ella acepta el mandato social, pero su rostro contraído y amargo muestra el quiebre entre lo externo y la angustia interior.

 

Comentario final

Respecto a ambos espectáculos, se destaca la importancia de que el Mimo trate temas de relevancia social. Esto es, poner al teatro al servicio de una causa, más allá del puro entretenimiento.