COOPERATIVA ESCÉNICA/PROCESOS EN CURSO: Diálogo con Marialejandra Pérez (Venezuela)

Por Mina Bevacqua // Coordinadora del Área de Investigaciones en Artes Performáticas

El próximo  22 de noviembre de 2018 en el Centro Cultural Paco Urondo se presentarán los proyectos performáticos que participaron de la COOPERATIVA ESCÉNICA/ PROCESOS EN CURSOS bajo la coordinación de Marco Norzagaray. La COOPERATIVA aunó un grupo de artistas de diferentes países quienes, motivadas por distintas cuestiones personales y sociales, llegaron a Buenos Aires para profundizar sus estudios en el campo artístico. Cada trayectoria implica un mapa particular, a veces, totalmente extraño a nuestras representaciones, en esta oportunidad, Marialejandra Pérez repara en la compleja situación de su país y sus proyectos actuales en Buenos Aires.

Marialejandra Pérez (Venezuela) participó en distintos proyectos escénicos en calidad de actriz, directora, dramaturga, diseñadora de iluminación y bailarina. En el año 2015, egresó de la Licenciatura en Actuación de la Universidad de los Andes (Mérida-Venezuela). Entre 2007 y 2015 formó parte de distintas agrupaciones teatrales en Venezuela, entre ellas, DRAMART y Fundación Andrógino. En 2016, fue la ganadora del primer lugar del concurso “Ensayos sobre teatro” por el Centro Nacional de Teatro de Venezuela. Actualmente realiza la maestría en “Teatro y Artes Performáticas” (UNA). En el marco de la COOPERATIVA ESCÉNICA desarrolló su proyecto escénico-performático: Cinis

 

Mina Bevacqua: Acerca de tu formación, ¿cómo fue tu paso por la Universidad de los Andes en Venezuela? ¿Qué puntos en común (o diferencias) encontrás entre las instituciones educativas de Venezuela y las de Buenos Aires?

Marialejandra Pérez: Al igual que en Argentina, la educación en Venezuela es pública desde que tengo memoria. La Universidad de Los Andes (ULA) está ubicada en la ciudad de Mérida, en una provincia al occidente del país, cerca de la frontera con Colombia. La ciudad es conocida por ser la ciudad universitaria, pues la ULA habita cada rincón de la ciudad, partiendo de su notable presencia en la infraestructura de la ciudad, hasta su gran impacto en la economía formal e informal. Desde que comencé mis estudios de pregrado viví el deterioro progresivo de la universidad debido a grandes recortes presupuestarios y mayor restricción por parte del gobierno sobre la universidad, también se ha visto infectada por la corrupción y el nepotismo al igual que el gobierno. El conflicto ha llegado al punto de que hoy día la escuela en la que estudié carece de plantel docente y de condiciones para seguir funcionando a pesar de todos los esfuerzos realizados por parte del plantel docente, obrero y estudiantil. En ese sentido comprendo y empatizo con las dificultades a las que se enfrenta la educación pública en Buenos Aires. 

M.B.: En tu semblanza artística, mencionas el grupo DRAMART y la Fundación Andrógino como dos espacios de trabajo que hicieron a tu devenir performático actual, sin embargo, ambos proponen abordajes estéticos diferentes. ¿Cuál fue el mayor aporte de uno y de otro y cómo crees que los incorporas en tu labor escénica como creadora? 

M.P.: Cuando era adolescente comencé mis aventuras en el teatro con una agrupación de teatro musical infantojuvenil llamado TATEIJU, su directora Irantzú Bastardo me dio uno de los mejores consejos que he podido recibir: “sean prostitutos del teatro, no se casen con ninguna compañía” y eso hice. Pertenecí a todos los grupos de teatro y compañías a las que tenía acceso. Hice clown, teatro clásico, teatro musical, etc. Sin sentir la presión de que debía hacer un compromiso de por vida con una o con otra compañía. Con la agrupación DRAMART (http://grupodramart.blogspot.com/) conocí los grandes circuitos de teatro del país, una gran lección en cuanto a proyección y logística, el arte debe y puede gerenciarse de manera adecuada. Con la Fundación Andróginos (http://picdeer.com/fundacionandroginos) comparto preguntas casi filosóficas sobre el cuerpo, la presencia, el ahora. Con ellos hice teatro físico y tuve mi primer acercamiento a la danza butoh, pero no desde una cuestión meramente formal, sino desde lo ritual, comprendiendo lo colectivo que es generado en ese encuentro entre personas en un espacio dado, aprendí a no desestimar aquello que nos parece básico en el día a día. Todas las experiencias dejan huellas que construyen lo que soy ahora.

M.B.: También fuiste  ganadora de un importante concurso de ensayos, ¿cuál fue el tema que trabajaste y qué te motivo a escribirlo?

M.P.: Siempre he tenido un gran interés con las formas alternativas de expresión artística. Crecí en un hogar muy artístico: mi madre a pesar de ser médico siempre se movió en círculos de artistas; tengo un hermano que es percusionista; otro hermano ahora incursiona en la escritura y otro es artista plástico; ilustrador y animador con una trayectoria reconocida en Venezuela. Por esto la tajante división entre disciplinas siempre me ha incomodado, me cuesta comprender los lenguajes artísticos como entidades separadas. Cuando empecé a descubrir el mundo de la performance y el devenir del teatro (sea posdramático, performático, etc.), sentí que había dado con aquello que me llamaba. Para mi tesina de pregrado creé la pieza Oblivio junto a Gabriela Carballido (México), ella fue mi tutora y directora. La pieza buscaba generar la interacción paulatina con el espectador, hasta lograr su intervención directa dentro de la escena en un espacio alternativo. Trabajamos la memoria y lo femenino como temática y usamos el ritual como excusa para lograr ese sentido de comunidad necesario para que se diera la interacción. La reflexión escrita de este trabajo mutó en el ensayo que ganó el premio otorgado por el Centro Nacional de Teatro. 

M.B.: ¿Qué actividades desarrollas actualmente en Buenos Aires? 

M.P.: La verdad no estoy muy clara de qué estoy desarrollando en Buenos Aires. Supongo que estoy en un momento de formación y crecimiento personal. Ser migrante no es sencillo, a pesar de que la ciudad recibe de buena cara a los extranjeros. Buenos Aires significa el rompimiento con Venezuela. El exilio. Vivo en un eterno duelo, estoy en constante atención de mis reacciones y mis sentimientos. Vengo de una ciudad de montaña muy pequeña y el encuentro con la gran ciudad no ha pasado desapercibido. Creo que en eso se basan los proyectos que estoy desarrollando fuera y dentro de la maestría. En Buenos Aires me he dedicado a explorar los espacios públicos y trabajar el desarraigo y la alienación. Exportación es una intervención que hice en la vereda de la calle Venezuela y Bolívar, en el barrio de San Telmo, usé fotos de migrantes venezolanos para reconstruir una pieza del maestro Carlos Cruz Diez como símbolo de exilio (https://youtu.be/YEa6jUMdujQ). También trabajo sobre Cabeza de Caja, es un personaje que inventé/soy y ha pasado por distintas facetas, desde derivas espontaneas en el subte hasta un proyecto de foto-performance sobre el narcisismo virtual del turista. Supongo que mi actividad actual se basa en un constante diálogo con Buenos Aires desde aquello que configura mi identidad, tanto en la práctica artística como en lo cotidiano. 

M.B.: ¿Cuál fue el proyecto performático que trabajaste en la COOPERATIVA ESCÉNICA y cómo se fue modificando en el transcurso de los encuentros?  

M.P.: Sentí la necesidad de hacer una revisión de Cinis. Es una pieza que hice entre el 2015-2016 a partir de la ruptura de la única relación amorosa que había tenido en mi vida y por cierto una relación muy muy muy larga. Mi intención era intentar ser honesta y vulnerable en escena, la exposición encarnada del diario personal, la sombra de la intimidad, terapia. Develaba intimidades muy personales en esa obra. Cuando comienza la COOPERATIVA estoy viviendo otra ruptura amorosa y sentí hacer una revisión de la pieza. Preguntar cómo se siente la Marialejandra de ahora en relación a la Maríalejandra de hace ya varios años. Descifrar mi sentir luego de haber tenido un encuentro muy cercano con el feminismo acá en Baires, con el exilio, entre otras cosas. La pieza ha mutado considerablemente. Hay elementos de ella que se mantienen, pero otros han cambiado radicalmente. De cualquier modo, sigue siendo Cinis, porque se sigue construyendo a partir de lo que queda de mí luego de la ruptura. La COOPERATIVA ha sido un excelente espacio para abrir un proceso tan personal, plagado de subjetividades y obtener la mirada del otre de una manera muy constructiva.

 

Cinis integrará el programa curatorial de 
PENSAR LA INTIMIDAD/COMPARTIR EL CUERPO, 
jornada performática a realizarse el 22 de noviembre de 18 a 21 Hs. 
en el Centro Cultural Paco Urondo (25 de Mayo 217)