Cooperativa Escénica/procesos en curso: Milena Rodríguez Castro (Costa Rica)

Por Mina Bevacqua // Coordinadora del Área de Investigaciones en Artes Performáticas

El jueves 22 de noviembre en el Centro Cultural Paco Urondo, integrantes de la Cooperativa escénica/Procesos en curso presentarán los trabajos que desarrollaron bajo el acompañamiento de Marco Norzagaray (México) en el marco de las actividades del Área de Investigaciones en Artes Performáticas del Instituto de Artes del Espectáculo (FFyL – UBA). En esta oportunidad, dialogamos con Milena Rodríguez Castro en torno de su formación, una vida en constantes viajes creativos y su actual proyecto artístico. 

Milena Rodríguez Castro

Combina lenguajes de las artes escénicas y visuales. Desarrolló su labor entre viajes por Europa y América Latina. Desde el 2007 dirige la Rosaval Gaspard, una plataforma de creación y pedagogía de danza e improvisación con la cual ha colaborado con artistas visuales, músicxs y escritorxs y participado de festivales en Ecuador, Panamá, Austria, Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, Nicaragua y Colombia.  Coordina el programa de residencias artísticas de Espacio Belgrado en Buenos Aires y es maestranda de Lenguajes Artísticos Combinados de la Universidad Nacional de las Artes.

Mina Bevacqua: Un breve recorrido por los trabajos que realizaste en la última década da cuenta de tus presentaciones en distintos países, ¿cuál es tu formación de base y cómo se fue dando esto de viajar y generar proyectos artísticos? 

Milena Rodríguez Castro: Me gradué en un Conservatorio que se llamó EL BARCO, que pertenecía al Ministerio de Cultura de Costa Rica y que graduó solamente a tres generaciones, gran semillero de bailarines costarricenses que actualmente formamos parte de una comunidad internacional de danza que se mueve por el mundo. La curiosidad de viajar siempre estuvo. Mi primer viaje detrás de la danza fue a Cuba en el 2004, país al que volví en el 2005 y 2009 a bailar en el Festival de Danza Callejero. Cuando me gradúo en el 2005 de El Barco, donde tuvimos algunxs profesorxs importantes de Europa, yo ya tenía todo preparado para irme al viejo continente, ahí me quedé en total tres años, estudié en la Escuela Experimental de Danza de Salzburgo  (Austria) y trabajé en varios proyectos como bailarina independiente. Gracias a aquellos vínculos tuve la posibilidad de tomar clases y acercarme al trabajo de Pina Bausch, de Sasha Waltz y de Win Vandekeybus, directorxs de compañías referentes de la danza actual. Por momentos sí me veía trabajando para alguna de esas compañías pero el deseo de dirigir proyectos propios fue mayor y, junto a la guía de un dramaturgo que me invitó a su taller en Canarias en el 2007, tomé la decisión de formar una plataforma itinerante y colaborativa con el principal interés de ir generando proyectos en distintos lugares con artistas locales. Entonces, empezó el reto de creer en nuestras producciones. Ya pasaron diez años y no me arrepiento para nada. He podido trabajar con artistas de muchos países y las ganas de seguir viajando siguen siempre vivas. Es lo que alimenta mi quehacer artístico… 

M.B.: Entre estas experiencias, en 2007 en Austria se funda la Rosaval Gaspard Projects ¿cómo se gestó el proyecto?

M.R.C.: Esto sucedió junto con otro bailarín costarricense, Felipe Salazar y Laureline Richard de Francia, estábamos estudiando en Austria y pronto a graduarnos. Nos interesaba armar nuestra propia compañía y nos inventamos ese nombre como un seudónimo para lxs tres, que podríamos usar trabajando en conjunto o para los trabajos de cada unx por separado. Rosaval Gaspard en honor a un personaje que caminaba, impecable, por las calles de Salzburgo, hablaba como 5 idiomas pero estaba loco y le llevaba a nuestra escuela (por ser de danza) cartas de amor a una bailarina que había muerto y de la cual estaba enamorado. 
Con Felipe y Laureline trabajamos durante dos años como Rosaval Gaspard, nombre que luego quedó en mis manos y bajo el cual se firman mis creaciones escénicas (www.rosavalgaspard.com). 

M.B.: Viajaste por distintos países de Europa y Latinoamérica, ¿qué te trajo a Buenos Aires?

M. R. C.: Durante diez años mis obras estaban enmarcadas dentro de las artes escénicas, hasta el 2014 que decidí venirme a Buenos Aires con el interés de explorar nuevas materialidades y por eso elegí la maestría de Lenguajes Artísticos Combinados de la cual había escuchado por un amigo ecuatoriano que ya la estaba cursando. Hoy,  podría decirse, que mis proyectos están en un campo más amplio, desde video instalaciones hasta cerámica; prevaleciendo en ellos siempre el trabajo colaborativo entre artistas de diferentes áreas. 

M.B.: ¿En qué otros proyectos estás participando actualmente?

M. R. C.: Principalmente me encuentro escribiendo mi tesis de maestría en Lenguajes Artísticos Combinados, para la cual estoy investigando sobre el cuerpo como posibilitador de la experiencia temporal, tomando al viaje como recorte conceptual para la construcción de metáforas visuales y sonoras. Durante gran parte de este año he estado también  codirigiendo las residencias artísticas de Espacio Belgrado (www.casabelgrado.org), en donde recibimos artistas que trabajan durante períodos de una a cuatro semanas, dándoles acompañamiento teórico a sus procesos de creación y vinculándolos con artistas locales. Proyecto que ha sido muy interesante por el enriquecimiento a mi propia creación, al poder compartir procesos y temáticas muy diversas, tanto de artistas internacionales como locales.  
Por otro lado, hace poco llegué de una gira de mes y medio por Ecuador. Viajé por una invitación que se dio por parte del proyecto “De Paso” de Espacio Vazio de Quito, la universidad IKIAM de Tena, el museo Remigio Crespo en Cuenca y la productora guayaquileña, El Nodo. Allí estuve dando varios talleres de composición escénica y presentando dos de mis obras. Entre las experiencias compartidas destaco la oportunidad de haber llevado a la cárcel de Tena la obra Lo Propio y Lo Ajeno, que es una recopilación de oficios artesanales en danza y fotografía y el taller que compartimos con la comunidad indígena Sacha Waysa, gracias a la invitación por parte de la Universidad IKIAM. En Guayaquil se dio el taller de creación de unipersonales y estoy muy contenta porque los trabajos siguen presentándose y, en Cuenca, dimos una presentación para un grupo de jóvenes en situación de riesgo, interviniendo el museo Remigio Crespo con un cuento de la escritora costarricense, Sami González. Fue un viaje cargado de trabajo comunitario, con el cual quedamos sumamente agradecidas como grupo. 

M.B.: ¿Cuál fue el proyecto performático que trabajaste en la Cooperativa escénica y cómo se fue modificando en el transcurso de los encuentros?

M. R. C.: Mi proyecto se llama Soy Cuerpo de Tiempo. Es una obra compuesta por tres capas que cubren una superficie de 100 mts2. La más profunda abarca toda la superficie y corresponde a un gran mapa hecho con imágenes y palabras. A su vez, este mapa está completamente cubierto por arena, capa sobre la cual, se apoyan diez cuerpos desnudos que con una iluminación rasante resalta las sombras y los contornos de las propias formas corporales, privilegiando las texturas que funcionan como si fuesen una cartografía viviente. Lo que se presenta en esta ocasión será una versión en pequeña escala (4 mts2) de dos de las capas, con el interés de exponerla a la interacción del público a modo de prueba para la versión a gran escala. Originalmente la obra contaba con unos videos que se proyectaban en las paredes y estos desaparecieron, por dar un ejemplo puntual de las modificaciones que atravesó en el transcurso del trabajo en la Cooperativa Escénica. Los encuentros para mí fueron un espacio en donde poder hablar de ella, compartirla desde la palabra y, en ese ejercicio, iba encontrando sus grietas y viendo la pertinencia de hacer algunos cambios. 

 

Soy Cuerpo de Tiempo integrará el programa curatorial de 
Pensar la intimidad/Compartir el cuerpo, 
jornada performática a realizarse el 22 de noviembre de 18 a 21 Hs. 
en el Centro Cultural Paco Urondo (25 de Mayo 217)