El delicado equilibrio a sostener

Por Jimena Cecilia Trombetta // Co-coordinadora del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas

Zully. Recuerdo de visita la obra de Flora Ferrari y Gabriel Conlazo, que se da en Teatro El Brío, es un acercamiento a la figura de Zully Moreno con remiscencias de Eva Perón, que promueve una narrativa que invita a retomar una memoria social, política y cultural de la época del primer peronismo y repensar la historia del movimiento con el paso de sus detractores. La obra retoma así una cronología amplia de la vida de Zully Moreno, que va desde su paso por el cine clásico argentino, su exilio, y un regreso al país sostenido desde el ocultamiento de su estellato  y su progresiva desvinculación con el campo artístico. 

A esta estrella, ubicada en una postura política no peronista pero de ningún modo antiperonista, se le brinda este espacio escénico que habilita una memoria crítica. Esta obra creada por dos voces distintas, pero que dejan a flor de piel el recorrido trágico de las épocas oscuras del país, narran un hipotético ofrecimiento a Zully: representar a Eva Perón. En esa entrevista se debate entre lo vivido en el campo artístico y lo sufrido por parte de los perpretadores.    

En plan de recuperar las posturas de sus creadores entrevistamos a Flora Ferrari y a ella se sumaron algunas palabras de Gabriel Conlazo.

¿Cómo nace el proyecto?

El proyecto nace en pandemia. Yo venía trabajando en el 2019 con el Comando Evita con quienes hacíamos invocaciones y performances artísticas, por los cien años del nacimiento de Eva Perón. Luego en el 2020, pandemia mediante, empecé a investigar sobre íconos y artistas populares de la época del peronismo. Me interesaba el mundo de las actrices, y en paralelo la pregunta sobre Eva actriz. Pensar porqué deja la actuación y pensar su recorrido casi mítico. Además, ese año me pareció la efeméride de los cien años del nacimiento de Zully Moreno. Que la fecha haya quedado olvidada, hizo que me pregunte por cuántos artistas fueron olvidados  a pesar de haber sido  grandes  estrellas como Zully. Por eso  me puse a investigar sobre su vida, mientras en paralelo iba juntando material sobre Eva. En 2021 empecé a tener unas tutorías con Nacho Ciatti y a trabajar algo acerca de estas dos figuras en espejo. Yo quería realizar una obra  pero como aún estábamos saliendo de la pandemia pensé en hacer un unipersonal. Una vez que  junté todo el material convoqué a Gabriel Conlazo con  la idea inicial de que a Zully le ofrecían hacer de Evita. Desde esa primera idea pensamos  dos universos paralelos con sus vidas bastante similares hasta un punto. Ambas con origen muy humilde, a las dos se les muere el padre cuando son muy chicas, visitan el universo de las costureras, tanto Eva como Zully quieren ser  estrellas de cine, y se vinculan con hombres de renombre: Amadori y Perón. Ahí convoco a Gabriel con materiales que ya tenía, con esos escritos, con textos de Zully. Fue en el proceso que decidimos volcarnos un poco más a la figura de Zully. De Zully me empezó a interesar su retiro, todo lo que fue su Alzheimer, y como de haber estado en el apogeo pasó al olvido.  Gabriel me propuso llevar a escena todo lo que Eva no vio, el pos 55, el exilio, la proscripción del peronismo, la destrucción a esa época,  la gran época del cine dorado. Allí trabajamos con textos en conjuntos, con algunas entrevistas de Zully Moreno, que dio muy pocas, y con algunos textos del libro Mi mensaje de Evita.

¿Qué te atrajo de Zully Moreno? 

Yo cursé la carrera de Artes en la UBA en Puán y en la materia cine Latinoamericano argentino trabajé sobre Zully Moreno y sobre su última película Amor prohibido. Habíamos entrevistado a Horace Lannes y todo lo que era el melodrama de la época. Su glamour, su figura, siempre me pareció que tenía algo atractivo. Ese estilo de cine me parece que tiene un brillo y una nostalgia que me atrae. En particular, me conmueve cómo la historia de los actores y de las actrices de este cine popular no está tan reconocido en la actualidad; y sin embargo sí lo vemos en películas, actores y actrices del cine de Hollywood de esa época. Además la vinculo con lo que fue el peronismo y con la idea de haber sido muy importante en su época. Por un lado, fue una diva glamorosa que se movía en cadillacs, enmarcada en la cultura peronista, la gente amaba, y por el otro terminó retirándose de las cámaras, oculta y en el exilio. Me parecía ver en su historia una película. Además al investigar sobre ella, encuentro que mantiene un equilibrio y una formalidad. Nunca se sale del “libreto”. Hay algo ahí de esa aura propia de esos personajes que me resulta atractivo.

¿Cuál es tu posición política y cómo lograste el equilibrio que expresa Zully? 

Yo soy peronista y Gaby, aunque no se defina dentro del peronismo, tiene un gran amor por Eva, y una ideología dentro de lo nacional y popular. Entonces lo interesante fue trabajar sin que sea una obra panfletaria, ni tampoco sea una obra que remarque las cuestiones oscuras y conflictivas; o buscarle más tensiones como lo que podría hacer una mirada gorila cuando tocan el tema del peronismo con la prensa, con el cine, con la cultura… “Zully” es una postal de época que resume el apogeo y la destrucción. Nos centramos en un lugar vulnerable, en el inicio de esa niña que sueña con llegar a…, que también es la historia de Eva. Y todo eso era atravesado por el peronismo, por el apogeo del país y la destrucción posterior.  Además, esa frase de “los peronistas decían que yo era antiperonista y los antiperonistas decían que yo era peronista" la dice la propia Zully en una entrevista posterior. Claramente, lo dice desde el exilio y en una posición donde no se podía hablar con libertad. Trabajamos en paralelo los distintos períodos de Zully. Su identidad y su olvido, es nuestra identidad, nuestra memoria y nuestro olvido en la sociedad. El peronismo atraviesa nuestra historia y damos cuenta de eso. Queríamos no situarnos en una postura intelectual crítica, sino más bien reconocer la importancia de nuestro cine y de nuestra cultura con sus claroscuros. Siempre volvemos a la idea de la niña, de la ilusión, de los años dorados del cine y también mostramos los episodios oscuros posteriores, que existieron. Cuando venía gente  que no tenía registro del Bombardeo a Plaza de Mayo y que no sabía que habíamos tenido un cine con superproducciones, finalmente comprendía en qué marco había crecido Zully. Ella y su cine reflejaba todo eso, y no es que fuese un cine combativo, como en el realismo socialista o en otros cineastas argentinos como Hugo del Carril, pero si no existía el peronismo, no hubiese existido ese cine. Libertad Lamarque o  Nini eran claramente antiperonistas, pero Zully tenía un equilibrio interesante, y lo lleva en su cuerpo el tratar de sostener ese complicado equilibrio.

¿Cómo pensaron la puesta en escena?

La idea era buscar un lugar/ no lugar. Se ve entre un camarín, medio de bastidores, el espacio de entrevista, set interrogatorio. También hay un tiempo/ no tiempo. Es posterior a su apogeo pero hay algo de su vestuario que sigue remitiendo a esa época. Lo que tratamos de hacer es usar pocos objetos. Hay momentos donde está esa silla, ese detrás, que puede ser un cine, un pasado. Queríamos buscar cierta rareza “lyncheana", momentos como de no saber dónde está. Para esto nos basamos en su Alzheimer, y en pensar esa mezcla de superposiciones de tiempos. Entonces aparece siendo entrevistada en distintos tiempos y también vemos la entrega del Oscar, los recuerdos del apogeo del cine, del festival de Mar del Plata, la entrada en la casa cuando se tienen que ir al viaje al exilio. Por este motivo, decidimos colocar objetos que si dan cuenta de una época pero juegan con lo atemporal. En un momento íbamos a poner el teléfono blanco y Gaby dijo: No,  que sea un teléfono negro. Y entonces remite a la llamada y a la dictadura, Íbamos a tener cigarrillos, pero preferimos que en lugar de tenerlos, ella los esté buscando, y no los encuentre.  En la puesta sí transitamos desde los años 50 a la posterioridad pero decidimos no enmarcarlo ni llegando a los dos mil, ni en la actualidad. La puesta busca jugar con las imágenes de archivo como si fueran la gran escenografía y hay pocos elementos que marcan un tiempo. Quizás las flores que aparecen recién cortadas y luego secas dan cuenta del paso del  tiempo y que no es una única entrevista sino varias en distintos momentos. Los chicos de Morón Madrid armaron el vestuario inspirándose en vestidos de la época, por ejemplo la bata. Con Martín, el estilista, buscamos recrear algo de esa época, como si en ella aún quedara algo de esa estética dorada pero que se va desgastando durante la obra. Y hay otros elementos que dejamos ver en momentos puntuales, pero en general la puesta es una mesita y un sillón desvencijado.

¿Ustedes partieron de la idea de no poder representar a Eva?

A pesar de que nos lo han planteado no lo tomamos como  una figura inabarcable. En nuestro caso tenía que ver con pensar a Zully en su exilio y en su regreso, en su discusión con la prensa, en esa parte de la historia, entre el miedo y el cariño, entre el recuerdo y el afecto, como si hubiese quedado distanciada con su historia, con ella misma.  Volver a representar a Eva es volver a recordar todo lo que fue con todo lo magnífico, lo bello, pero con todo lo duro y lo doloroso. Si bien estaba ese paralelismo entre ellas dos, sobre Eva en general no hay registros de ella yendo a los estrenos de cine o yendo al festival de Mar del Plata, si encontramos registros en los Ateneos culturales. Es que ella hace un vuelco tan grande, que lo que tiene que ver con ese universo de las actrices, queda de lado. Es cierto que hay algo de la figura de Eva que queda en el plano de lo inalcanzable, pero a Zully le trae sus propios recuerdos sobre lo que ya no está. Cuando nosotros estuvimos investigando, nos encontramos que cuando muere Amadori, ella no va al velorio. Nos acercamos a sus últimos días en Buenos Aires donde la pasa con su amiga Aida Luz, pero con las persianas bajas, en la oscuridad, y que claramente tenía que ver con la enfermedad y con querer retirarse, con querer alejarse de una época de miedo. En la primera función vino la ahijada de Zully Moreno. Nos dijo que Zully era muy religiosa. Y nos contó que  si bien en dictadura no padeció las torturas que ejercieron sobre el cuerpo de Fanny Navarro, sí  le entraron a la casa y le quemaron con cigarrillo los vestidos, algo tan cínico y perverso, en tanto que ella amaba sus vestidos. En ese marco  le llevan una obra sobre Eva. Y existe un deseo de hacerla, pero por otro lado es imposible ser ella y es imposible volver a contar algo de esa historia vinculada a la proscripción y a la dictadura.

¿Qué te expresaron los espectadores?

Me pasó que mucha gente joven no tenía registro del bombardeo a Plaza de Mayo. Lo entiendo en los jóvenes de veinti. Mucha gente nos decía que hasta que no veían las imágenes de Zully no sabían si era verdad o si era un personaje inventado. Después de la obra se iban con ganas de saber más sobre ella. Mucha gente, claramente peronista, salía muy sensibilizada, pero también mucha gente no peronista también se conmovía.  Se ve otro punto, que no es el panfleto, que habilita a pensar la complejidad de la historia. Muchas personas que recordaban: ¡Ah Zully Moreno, mi abuela me hablaba de ella! Funciona como una postal de época y entonces resulta interesante tanto la parte histórica como la social como sobre la figura de Zully.