Por Jimena Cecilia Trombetta // Co-coordinadora del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas
Los otros Duarte, que se mantendrá todo noviembre en el Teatro del Pueblo, proporciona un fragmento de la historia y sus imaginarios sobre el peronismo. Repasando la vida de Eva Perón, desde sus más tierna infancia, su rol como actriz y su desempeño en política. Los otros Duarte narra una mirada particular sobre esa vida, escindida de la familia Duarte, de la familia legítima, para encarnar en voces que irán modificando su parecer político alrededor de su media hermana bastarda. Está obra de Gastón Quiroga dirigida por Marcelo Velázquez, permite dejar a la vista una serie de cuestiones arraigadas en el binomio peronismos-antiperonismos que efectivamente increpa a lxs espectadores y que por este mismo motivo impulsó esta entrevista a su director, para que plantee las lecturas previstas en los ensayos y el porqué esta obra hoy.
¿Cómo comenzó el diseño de la puesta en Los otros Duarte?
La obra de Gastón Quiroga tiene una particularidad que significó un desafío y una toma de decisiones para la dirección: el paso del tiempo. La obra trascurre a lo largo de casi cincuenta en la vida de los tres hermanos Duarte, medio hermanos de Eva Duarte. Comienza cuando son muy jóvenes y se llega hasta el final de sus vidas. En primer lugar, como decisión estética, opté por actores maduros, sin caracterizarlos en ningún momento de la obra, salvo algunos accesorios de vestuario, y que atravesaran todos esos años. Intuía que esto iba a funcionar y así fue. La teatralidad abre siempre estas posibilidades creativas. Los actores y la actriz (José Manuel Espeche, Cecilia Sgariglia y Guillermo Flores) pusieron a disposición sus cuerpos, su expresividad, diferentes energías y sus emociones para dar cuenta del paso del tiempo, sin utilizar ningún artificio de maquillaje o caracterización. Esto pudo hacerse porque contaba con estos grandes actores y con su talento y oficio.
Por otra parte, con una nueva obra, necesito imaginar cuanto antes el espacio donde se va a desarrollar la acción. Y en Los otros Duarte me encontré con un espacio interior familiar, de características costumbristas, pero con el transcurrir de cinco décadas. Como fanático del cine argentino de “la época de oro”, leí la obra como una película argentina en blanco y negro. Así, el espacio se fue configurando como la sucesión de fotogramas y las diferentes épocas se materializaron utilizando en forma apaisada la sala del Teatro del Pueblo. Con un mobiliario mínimo que los mismos actores desplazan de una punta a la otra se da cuenta del paso del tiempo.
¿Desarrollaste una investigación propia más allá del texto?
El proceso de trabajo para llevar adelante este espectáculo implicó para mí como director, y también para todo el equipo, revisar y repensar nuestra propia historia, incluso la familiar, sobre el peronismo o los peronismos, como mencionan algunos historiadores y sociólogos. Fue un proceso de trabajo muy movilizador, donde afloraban permanentemente recuerdos sobre los acontecimientos de nuestra historia argentina en relación con el peronismo, con Eva y con Perón. Y siempre atravesados en nuestra vida cotidiana, como les sucede a Chacha, Cholo y Chichilo. En la historia de nuestras familias también encontrábamos las grietas, las discusiones, las adhesiones y los rechazos, el peronismo y su contracara: el antiperonismo. La política también había entrado en nuestros hogares de un lado o del otro y nunca se iría.
Estos tres hermanos de la obra, Chacha, Cholo y Chichilo, son una síntesis dramatúrgica y ficcional que hizo el autor, Gastón Quiroga, de aquellos seis hijos “legítimos” de Juan Duarte (el padre de Evita) y Adela Uhart, nacidos en Chivilcoy en la provincia de Buenos Aires y de los que muy poco sabemos y tampoco nos hemos preguntado nunca acerca de su existencia. En el proceso de ensayos íbamos aportando la poca información histórica que encontrábamos sobre esta familia Duarte, la “oficial”. La figura de Eva Duarte se impuso tan significativamente que opacó a esta familia y la transformó en los olvidados de la historia.
¿Cuáles fueron tus referencias históricas?
La obra Los otros Duarte me llevó, además de a repasar la historia argentina y especialmente la del peronismo, a releer la novela Santa Evita de Tomás Eloy Martínez y extraje de allí esta cita que me guió para llevar adelante el espectáculo: “Todo relato es, por definición, infiel. La realidad, como ya dije, no se puede contar ni repetir. Lo único que se puede hacer con la realidad es inventarla de nuevo.”, dice el autor.
Además, me interioricé en el momento de la vida de Eva Duarte cuando llega a Buenos Aires con el sueño de ser una actriz y comienza sus incursiones en el radioteatro y en el cine. Sobre esto hay mucha información y materiales. Las revistas de la época, por ejemplo, en las que Eva comenzaba a aparecer como una figura destacada del medio artístico. Este cruce entre política y espectáculo lo conocemos en la historia argentina y me resultaba muy atractivo.
¿Por qué Los otros Duarte hoy?
Nunca había llevado a escena una obra con una temática tan cara a nuestra historia como es el peronismo y, especialmente, la figura de Eva Perón, la mujer más relevante de la historia argentina del siglo XX. ¿Qué más se podía decir sobre Evita que ya no se haya dicho? La literatura, el cine y el teatro han dado cuenta sobremanera de esta figura tan emblemática.
Lo más interesante de Los otros Duarte -y esto veo su atractivo y originalidad- es que imagina y propone un “lado B” de conocer lo sucedido: el del impacto que produce en la cotidianidad y en el interior de las familias, el surgimiento, la trayectoria y la muerte de Eva Perón. Como si la obra plasmara lo que se propuso Evita: politizar a las familias y especialmente a las mujeres, relegadas hasta entonces de la política de los hombres. Los otros Duarte es un drama familiar atravesado por la historia argentina y donde la política entra en los hogares. Especialmente, la mujer de estos tres hermanos, Chacha, que es la principal depositaria de esta politización y reproduce el discurso de una parte de la población que ha despreciado y estigmatizado a Evita y al peronismo.
¿Creés que visitan imaginarios actuales?
En este 2023 y en nuestro contexto político tan agitado, puede leerse como la insoslayable “grieta” que atraviesa nuestra sociedad: sabemos que el surgimiento del peronismo engendró, al mismo tiempo, el antiperonismo. Y este discurso antiperonista y negador del personaje de Chacha amplifica sus sentidos en el teatro (y esto lo produce el acontecimiento teatral) con efectos risibles y hasta desopilantes.
La obra invita también a una reflexión acerca de la otredad. En tiempos en que paradójicamente algunos aseveran que “la patria es el otro” mientras se afirma a la vez que la sociedad argentina está atravesada por una grieta, la pregunta es: ¿Quién es ese otro? ¿A quién decido incluir o excluir de ese concepto de otredad? ¿Simboliza el otro para mí lo mismo que yo para él? ¿Es mi percepción sobre esos otros, y la de ellos sobre mí, lo que ensancha tal vez la polémica grieta? Cuestiones que nos exceden como artistas pero que nos interpelan como ciudadanos, y fundamentalmente, como seres humanos.
¿Qué te comentan lxs espectadores?
Estoy siempre muy atento a la recepción de la obra desde que estrenamos. Los espectadores salen del teatro muy emocionados (no exagero: hasta lagrimeando) luego, también, de haberse reído a carcajadas. La historia argentina, como tragedia y como comedia, resulta muy identificable para el público. Y Los otros Duarte tiene esta combinación ideal.
Los espectadores quedan muy intrigados con estos hermanos. Como sus vidas no han quedado en los libros de historia, quieren saber si existieron o no y cuánto de real o de ficticio hay en la obra.
También es sorprendente la presencia de un público muy joven que no vivió generacionalmente la época a la que refiere la obra y que, sin embargo, se reconocen en las problemáticas, en nuestra actualidad política se conmueven y se ríen de la misma manera.