Entrevista a Stella Galazzi por Verano de Luis Loyola Cano

 

Por Jimena Cecilia Trombetta // Co-coordinadora del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas

Verano de Luis Loyola Cano estuvo en escena durante tres funciones en 2022, luego de haber sido publicada por Eudeba en el libro Una afirmación del amor. Este material se estrenó en la Casa Nacional del Bicentenario y se llevó a escena en el Centro Cultural Haroldo Conti y estuvo enmarcado en la temática anual Identidad y Memoria impulsada por el Ministerio de Cultura. Hoy podemos afirmar que se llevará a escena en Teatro del Pueblo los lunes a las 20 hs. a partir de abril.

El texto dramático aborda una vida pequeña, la de Ema. Desde allí el relato avanza mediante el recuerdo de una Ema ya grande, que decide contar su verdad, su vida. La infancia, la adolescencia, los primeros amores y una serie de elementos que acerca el texto contextualizan la historia de Ema en Argentina y especialmente en la dictadura. Ema recuerda el episodio de King Kong en Mar del Plata en 1976 y 1979. Lo hace retornando a lo afectivo, a sus tardes con abuela Galia, al recuerdo del chico que le gustaba, al trabajo, a ocuparse de cuidar a su abuela. Si algo define Verano es el componente del amor y del afecto en un entorno hostil y siniestro. Mientras ella ama imaginariamente a King Kong, el entorno le devuelve esa imagen encadenada. El muñeco, de hecho, presente en esa época para su exhibición, se mantenía encadenado. Algo muy propio del imaginario de la época, dirá Stella Galazzi para esta entrevista. 

Un poco en plan de averiguar otros significados alrededor del texto y del modo de llevarlo a escena es que entrevistamos a su actriz, quien, amablemente, estuvo recordando cómo abordó ese texto poético plagado de un material llamado memoria.   

 

¿Cómo llega este proyecto a tus manos?

La propuesta me llega por Luis. Él ya había hecho otros monólogos para otros actores. En un momento me dijo: tengo un monólogo que escribí pensando en vos, si te interesa te lo paso y después vemos si querés que te dirija. Me lo pasó, me gustó mucho y le dije que sí.  Comenzamos más o menos allá por el 2018 o 2019. Hicimos una reunión, una lectura, otra reunión. Elegimos una parte y empezamos a moverla para ver qué pasaba. Después a mí me parece el proyecto con Kartún en el San Martín, y el proyecto se pospuso De todos modos, nosotros habíamos hablado que iba a ser un proyecto que se haría en paralelo a otros trabajos porque esto iba a estar armado como cooperativa. Luis lo pospone, pero cada tanto nos íbamos conectando para charlar sobre este tema. Luego yo estreno. Cuando íbamos a retomar aparece la pandemia, con lo cual todo el trabajo que hicimos al comienzo fue por zoom. Fueron lecturas, charlas, dudas hasta que terminó la pandemia. Finalmente en agosto comenzamos los ensayos ya con un texto muy pulido, modificado, y que de todas formas siguió cambiando en los ensayos.

 

¿Cómo fueron trabajando el texto?

Lo que veníamos trabajando era una lectura para ver cómo sonaba, qué fibras tocaba, qué preguntas nos hacíamos. Hasta ese momento, incluso planteamos que la representación fuese una lectura del texto. Cuando empezamos a trabajar, comenzamos un poco con la idea de que mucho iba hacer una lectura y que de la lectura se salía a la representación. Finalmente terminó siendo mínima la lectura. De hecho hay dos momentos de lectura, y luego hay una lectura como si fuese a libro cerrado. A mí me parece que la obra ofrece distintos presentes. Me parece que lo más interesante que tiene es que es un texto poético al que cuesta bastante encontrarle una vuelta. Eso también desafía mucho y es el motivo por el que me interesa. Y todo el tiempo está en presente, siendo que el personaje en realidad  evoca todo el tiempo y sin embargo siempre es presente. Entra a un tiempo pasado pero siempre desde el presente. Continuamente está diciendo “la abuela me reconoce y me llama por mi nombre” y al rato dice: “se nos fue un día tal y tal”. Digamos que ella siempre está en el presente pero ella evoca distintas épocas. Lo que está publicado no es tal cuál como lo estamos haciendo. De hecho Luis dijo: si en algún momento hago otra publicación voy a poner esta y voy a aclarar  el tema de que esta es la que finalmente quedó para representar. Te diría que hasta después de la primera representación que tuvimos en el bicentenario apareció algún cambio, y cuando hicimos la última en el Conti agregamos algún cambio para la que estrenaremos en abril.

 

¿Cómo fuiste elaborando a Ema?

Algo del texto que vos leíste un poco se rompió. En algún momento necesitamos romper un poco esa cronología y dejarlo más libre; desarticular las numerosas fechas y dejar más libre los recuerdos para que aparezcan de un modo más aleatorio. Como nos pasa cuando estamos hablando de algo y aparece un recuerdo de determinada época y de repente aparece de otra. Incluso no sabemos muy bien si eso nos pasó a los 4, a los 10, o a los 7.  

Me parece que lo más interesante que tiene es que es un texto poético al que cuesta bastante encontrarle una puesta en escena.  Me interesa, además de la belleza del texto este desafío que  invita a investigar cómo llevarlo a escena. Además  todo el tiempo está en presente, y hay que elegir si ese presente es el pasado, y cuál,  o es el presente de la representación, la Ema adulta .Por ejemplo dice “la abuela me reconoce y me llama por mi nombre” y al rato dice: “se nos fue un martes”. Hay un salto en el tiempo que no se explicita en el relato.. Lo que está publicado no es tal cuál como lo estamos haciendo. De hecho Luis dijo: si en algún momento hago otra publicación voy a poner esta y voy a aclarar  que esta es la que finalmente quedó para representar. Te diría que desde  la primera función que hicimos en La Casa Nacional del Bicentenario hasta  la última en el Centro Cultural Haroldo Conti el autor propuso algún cambio que ya incorporamos para el estreno en abril.

El trabajo con Luis Loyola Cano siempre fue placentero, me daba seguridad saber que confiaba en mi mirada sobre el material, y esa tranquilidad que me trasmitió me permitió plantear libremente mis dudas y confiar en sus decisiones. Considero que los personajes tienen una determinada voz en mi y no otra. No me es muy fácil modificar eso, modificar la forma en que yo lo siento o lo veo en mí. Si trato de ir contra eso  se produce algo muy artificial que no me estimula a crear. Entonces lo que me aparecía era un trabajo desde lo vocal y desde el movimiento pero mínimo,  un ritmo, una excitación en la niña, un aplomo oscuro cuando pasa el tiempo y luego una alegría renovada de la adulta que decide contar su vida. Es imposible qué el espectador no vea a la de hoy, porque yo no soy una nena. Entonces el desafío era lograr que el espectador acepte la sensorialidad de lo que voy contando e imagine a su vez esas imágenes: la descripción del chico o de la playa o de King Kong o de la gente de capital, etc. Justamente la obra habla de la escritura y de que la escritura puede salvar o puede ayudar; entonces la idea es que  a través de mi vean lo que voy contando y asocien con lo que cada uno tiene para contar de su propia historia. Y paso eso en las tres funciones que hicimos, toda la gente que se acercó, conocidos y no, hablaron sobre Verano ligando sus propios recuerdos. Referían a cuando ellos iban a la playa, o a visitar a su abuela, a su perrito, al muchacho que les gustaba. Eso era lo que buscábamos así que estamos muy conformes.

 

¿Cómo se refiere a la dictadura? 

Yo creo que está continuamente dando vuelta el tema de la desaparición, de la oscuridad, de la violencia en esta forma de destrozar a King Kong, en esta vida de Ema donde hay alguien que la cría pero que no son sus padres. La dictadura aparece  desde cuando desarman a King Kong en 1979, Ema comienza a cerrarse, deja de escribir, se pone a trabajar solo cuida a su abuela. Para mí la dictadura aparece ahí, en el 76 Ema era muy chica.

 Anterior a eso, de todas formas, como me pasó a mí, estaba la dictadura de Onganía, estuvo la proscripción del peronismo, todo lo que pasó en el 55  mucha violencia naturalizada por los que no la padecían en carne propia. De todos modos, Ema es menor que yo. Lógicamente estos son arreglos internos sobre el relato que no se explicitan en el trabajo, aunque seguramente se perciben. Por ejemplo lo del chico para mi le paso entre los 13 y 14 años, y para mí, aunque esto no se diga en la obra, ella se entera de que al chico lo desaparecieron. Hay un momento donde Ema habla del chico despectivamente, y para mi ella aún no sabe o si sabe sigue  muy enojada con el chico porque dejó de visitarla. Esas elecciones me sirven a mí como actriz, para cargar de sentido determinados momentos. 

Y en algún momento Ema dice voy a buscar cual es mi verdadero apellido, porque también sufrió por no conocer sus orígenes, aunque no fuera una niña apropiada. Esta Ema que sabe, que lee, que entiende, que le pasaron un montón de cosas y que las trabaja o que por lo menos las tiene presente aunque por momento las borre o las niegue me pedía que al madurar al volver a escribir y a creer  necesitará saber sus orígenes, entonces Luis agregó ese  texto:“pronto voy a buscar cual es mi verdadero apellido”.

En mi caso después de la muerte de Perón ya se veía venir cómo estaba la cosa. Estaba horrible. Yo tenía veinte años cuando comenzó la dictadura y hacía teatro y sabía perfectamente  el horror en el que vivíamos porque ya se habían llevado un montón de compañeros míos. Era una época tremenda. Siento que hay algo de rescate de la palabra, de todo lo que ese miedo produjo y de lo cual no se hablaba que para mí se habilitó recién con el kirchnerismo. Cuando se baja el cuadro de Videla,  se comienza a hablar más abiertamente. Se habilitó empezar a contar. De hecho, yo me encontré con un par de amigas que en el ‘76 tuvieron que escapar. Una se fue al norte y la otra al  sur.  Ellas estaban aliviadas de poder empezar a hablar. De alguna forma aparecimos los que quedamos y los que podíamos hablar, los que nunca dijimos que no sabíamos nada. Por eso el trabajo de las Madres y las Abuelas es de una valentía increíble, ellas nunca se callaron. 

 

¿Cómo funciona la memoria y lo afectivo en la obra?

Claro que hay afectación, a mí me traspasa esta obra. Aparece la emoción en escena. Aparece, no es que yo digo bueno acá en este momento Ema se emociona. Yo me emociono en escena, y soy fiel a esa emoción, pero la controlo porque no quiero que nuble lo que ocurre o lo que se está contando. Para mí es un relato muy delicado que no debería permitir ningún tipo de histrionismo, lo que ocurre tiene que ser verdadero. Entonces cuando yo me emociono es porque me emociona  lo que digo, lo que me trae, lo que pongo de recuerdo ahí. 

A mí lo que más me interesa del teatro es el hecho vivo, lo que sucede con el público. Es el público el que completa la emoción con su emoción, con su mirada. Una de las cosas que más me gusta del monólogo es valorar el recorrido, mirando todo el recorrido y siendo sincera conmigo. Cómo vos decís la memoria tiene sus trampas, pero todo lo que se oculta, lo que se tapa, lo que se esconde es siempre siniestro. Me parece que el hecho de hablar de alguien que tenga una vida pequeña, que no hizo nada espectacular, que simplemente vivió, pero que rescata un montón de momentos sensibles, que aún viviendo en una época de oscuridad se haya repuesto de eso y se haya atrevido a hablar de eso es de un valor inmenso. Si el público acompaña ese rescate de la memoria con el suyo , la obra es valiosa. Y ahí sí estamos hablando de la recuperación de la memoria y del mantenimiento de la memoria y de no perder eso, no perdernos la historia 

 

¿Qué sentido cobra King Kong en la obra desde tu perspectiva?

Evidentemente King Kong le despierta a  Ema muchas sensaciones y asociaciones. Seguramente lo había visto en alguna revista, en alguna foto de la película, aunque no creo que haya visto la película. A mí me pasa que puedo relacionarme más desde un lugar de soledad de King Kong, o sea el King Kong sacado de su lugar, traído a exhibir, convertido en un muñeco. Ema se refleja en ese ser que es obligado por las circunstancias a vivir una vida cuando estaba destinado a vivir otra. MI Ema siente hacia  King Kong solidaridad y empatía, se siente parecida y a la vez quiere protegerlo. Una cosa maternal me agarra (risas) y es lo que más trabajé al componer a Emma. También en cuanto a King Kong, de acuerdo a lo que hablábamos con Luis, esta locura de traer semejante muñeco, esa cosa de la feria, de la exhibición, del gran show, del entretenimiento en un lugar y una época siniestra, traer un gorila encadenado. Todo cierra en el imaginario de la época. Pero bueno ella queda fascinada por ver, porque nunca había visto algo tan alto, tan grande. Cuando yo era chica recuerdo que vi en un parque de diversiones a unas personas que andaban en moto dentro de una esfera y quedé aterrada porque me daba la sensación de que esas personas se estaban por matar. Bueno, para Ema ha sido muy fuerte el encuentro con King Kong.

 

¿Qué comentarios te llegan de los espectadores?

En cuanto a los espectadores fueron hermosas las respuestas. Son todas respuestas personales. “Yo iba a la playa y me acuerdo de que esto, de que aquello”, “uy, la música”, “uy, esto”. Cuando es una devolución de compañeros, destacan como el relato los va llevando y ven todo lo que sucede. La respuesta es en base a lo sensible y no en base a lo espectacular. Yo estoy muy feliz y creo que Luis también. Seguramente volvamos en abril al Teatro del Pueblo los lunes a las 20 hs.

 

Ficha artística de Verano

Actúa: Stella Galazzi 
Diseño de escenografía y vestuario: Lau Polet 
Diseño de iluminación: Ricardo Sica 
Coach vocal: Ana Sánchez 
Coreografía: Lorena Ballestrero
Realización de vestuario: María Graciela Saldaña 
Realización escenográfica: Lau Polet, La Sociedad Del Viento
Banda Sonora: Luis Loyola Cano
Operación de luces: Diego Becker
Operación de sonido: Fausto José Perna
Fotografía: María Horton
Piezas gráficas: Agustina Ferreyra
Prensa: Caro Alfonso
Asistencia de dirección: Fausto José Perna 
Dramaturgia y dirección: Luis Loyola Cano