Indómita

 

Por Jimena Cecilia Trombetta // Co-coordinadora del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas  

Si revisamos las creaciones artísticas es probable que encontremos una producción de literatura generada por miradas masculinas que recrean una erótica basada en fantasías binarias y heteronormativas sobre cuerpo femeninos, pero en menor cantidad literatura erótica impulsada por mujeres. Quizás el caso más representativo a considerar sea el de Delmira Agustini, y por recordar un caso en particular, su re-escritura sobre Leda y el cisne (Barbero, 2022), poema mediante el que se posicionó como contra cara de la interpretación de Rubén Darío.   

Indómita de María Lucila Quarleri, se presenta como literatura erótica feminista. Retoma las lógicas de antaño y las subvierte en fantasías  no binarias, que ubican a la mujer como parte activa e incluso como domadora del episodio que narra. En un ambiente campestre, el pueblo chico, los abusos, violencia y violaciones que padece la protagonista, Maia Lancioni, son finalmente revertidas y ejercidas bajo “doma tradicional” por ese cuerpo que había sido ultrajado. El cuerpo y sus movimientos finamente pautados completan, encarnan, el pasaje violento que propone la dramaturgia. Con una coreografía, marcada por Camila Pina, que por momentos remite al malambo, la protagonista completa lo sugerido alrededor de la atroz iniciación y su buscada venganza.

La puesta en escena de Cintia Miraglia remite al campo desde los objetos y la escenografía de Víctor Salvatore y Maricel Aguirre,  tanto como desde la selección de música, que se sintetiza en un bombo y voz de Catalina Telerman. A esta propuesta se le suma el contrapunto urbano anclado en el vestuario pensado por Grupo Indómita. Así como en esta obra se pone en tela de juicio el género, lo binario, las normas heterosexuales y el punto de vista de quien decide erotizar, también se subvierte una vieja tendencia a dejar en el campo y en la naturaleza, la pureza. En este relato la naturaleza furtiva arrasa primero con la protagonista. Luego, Bianca, quien encarna una furia animal, abrasa a su victimario con la tropilla, con la tríada “Biancas”. En esta obra, la ciudad es el espacio donde  la protagonista logra mimetizarse  y deja de ser señalada. No obstante, lo urbano funciona como el marco que la empodera, pero efectivamente sigue funcionando como aquel espacio que irrumpe en lo rural.   

 

Bibliografía

Barbero, L. S. (2022). Aves fingidas: Reescrituras del mito de Leda y el cisne en Rubén Darío, Delmira Agustini y Silvina Ocampo. Badebec, 12(23), 64–82. Obtido de https://badebec.unr.edu.ar/index.php/badebec/article/view/565