Por Jimena Cecilia Trombetta // Co-coordinadora del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas
No tengo tiempo de María Pía López acerca el dilema del uso del tic tac cotidiano, en el marco de las decisiones que atraviesan a las mujeres, especialmente a quienes se acercan a los 40 años y viven el ritmo “del propio termino” para tener “hijitos”. Carolina Guevara y Leticia Torres señalan al tiempo como aquel tirano, que les sopla al oído que ya se les pasó el cuarto de hora y que las apariencias siempre irán acompañados por un buen colchón de lechuga. En este contexto vemos un escenario que simula la práctica de esgrima.
Ellas debaten ring mediante. Mientras ejercitan sus cuerpos tallados, establecen el dilema de ser madres o no serlo. Se preguntan: ¿Por qué serlo? ¿Cuáles son los motivos egoístas y hedonistas por los que permanecer sin hijos? ¿Cuáles son los motivos egoístas por avanzar hacia una maternidad socialmente indicada? Sus complicaciones en los primeros años del bebé, sus deseos truncos, la corrida por adoptar un niñx que ya no genere esos primeros trastornos en pos de cumplimentar un mandato social, poder mostrar a su hijito y evitar las críticas, es parte de la carrera a ganarle a la dictadura temporal. Obviar el puerperio, la pérdida del yo en el transcurso de los primeros años, ser más que sí mismas y a su vez dejar de serlo, son los puntos a evitar si se quiere conservar el hedonismo.
Justo ahí es cuando una maternidad acomodada, planificada hasta el último detalle, parece bastante a comprar un producto terminado. Se asemeja a adoptar bajo cualquier circunstancia, en mercados nefastos, olvidando los rastros y la identidad del adoptado. También se acerca directamente a haber dilatado la decisión real de ser o no ser madre en pos de una trayectoria de fuste, llena de logros profesionales.
No tengo tiempo pone en jaque, no, el querer o no querer, el ser o no ser madre, sino más bien, el recordarlo exclusivamente por cumplir con la exigencia social de adquirir trofeos a lo largo de la vida: ¿acaso el “hijito” uno más? Estas mujeres, que se formulan como justicieras de lxs niñxs menos afortunadxs, luchadoras de esgrima, protectoras “abnegadas”, retuercen sus cuerpos vacíos odiando a parturientas menos disciplinadas, pero que sin ninguna duda se abren paso en la continuidad de la historia. Así, las Yermas sacan a relucir sus miserias, sus tejes y manejes en los mercados de bebxs y en la estructura social que se sostiene. El entorno, por su parte, se preocupa por preguntar sobre el deber ser, pero una mentira bien diseñada, que acepte ese deber ser, es más que bienvenida.