Qué es la liminalidad y por qué pensar desde allí las artes.
Las prácticas artísticas han sido en las últimas décadas -y siguen siéndolo- protagonistas y herederas de las transformaciones macro-sociales acaecidas producto de profundos cambios políticos, económicos y culturales. Usualmente, la liminalidad es utilizada como descripción en términos de algún tipo de indefinición ya sea para indicar que el género o estilo rehúye a su categorización, o para aludir a la existencia de una mezcla y/o contaminación. Cuando Víctor Turner (1982, 1986) desde la perspectiva antropológica propone el análisis de los rituales en sociedad complejas, plantea que las fases liminales son los momentos potencialmente fértiles para la aparición de las producciones socio estéticas y artísticas innovadoras. Precisamente, para ser aplicado a las sociedades complejas, equivalente a lo liminal aunque no totalmente idéntico, propuso el término “liminoide”. La principal diferencia responde a que mientras que las situaciones liminales de los rituales, son obligatorias y propias de los ámbitos religiosos, las producciones culturales liminoides, en tanto performances seculares, serían de participación voluntaria. Otra de las diferencias radica en que ya no se propone la condición de aislamiento del individuo respecto de su grupo social sino que este se encuentra en comunidad (como en los carnavales, en los espectáculos de masas, etc.). Es decir, lo liminoide contendría las capacidades simbólicas y lúdicas propias de lo liminal, transferidas hacia géneros no religiosos. Destacamos el carácter procesual que supone la fase liminal- liminoide en tanto un estado inter-estructural de carácter político y subversivo en el que se experimenta y desarrolla un metalenguaje, que involucra procesos cognitivos y de gran reflexividad. Es en este sentido de lo liminal-liminoide, que dirigimos esta convocatoria para discutir y reflexionar las prácticas artísticas contemporáneas.