Testosterona: mandatos sociales y derivas del mundo vegetal

Por Agustina Trupia, integrante del Área de Investigaciones en Teatro y Artes Escénicas

La revisión de los preceptos que pesan sobre las masculinidades es una tarea en pleno desarrollo. En los últimos años, los movimientos feministas volvieron a acercar los debates en torno al rol de las mujeres, el lugar que ocupan las disidencias sexo-género y las maneras en las que el patriarcado somete a los sujetos de maneras desiguales y por medio de mecanismos disímiles. En medio de estas discusiones, las reflexiones en torno a las masculinidades aparecen como una necesidad. Por su parte, Cristian Alarcón, escritor y periodista fundador de Revista Anfibia y Cosecha Roja, abre preguntas en torno a los mandatos que rondan a quienes deben, para el sistema patriarcal imperante, encarnar la masculinidad hegemónica. Ponerse de niño, a escondidas, el camisón de su madre y pintarse los labios de seguro no es el modo correcto –desde las normativas sociales– en que debe encarnarse.

Testosterona cuenta con la dramaturgia de Cristian Alarcón y Lorena Vega, quien también dirige la obra. El puntapié inicial, tal como se puede leer en la sinopsis y se ve en la imagen que promociona la obra, es la memoria que Alarcón conserva en su cuerpo de las inyecciones de testosterona que le realizaron cuando era apenas un niño en el sur de Chile. Las razones de esta intervención hormonal no fueron del todo claras, incluso hasta el día de hoy. Sin embargo, Alarcón recuerda a la perfección el horror en el rostro de su madre el día que lo descubrió jugando con su ropa y maquillajes. La sospecha de la falta de virilidad y la presunta tendencia homosexual fueron suficientes para activar un protocolo de prevención que funcionaba con cierto secretismo. 

Sobre el escenario del Teatro Astros, hay una puesta en escena más bien despojada: dos escritorios con sus sillas y lámparas más una pared móvil compuesta de cubos blancos son suficientes. Se agregan las proyecciones con mapping presentes durante el transcurso de la obra junto con la música y sonidos, algunos de los cuales fueron coleccionados por Alarcón mismo en su fascinación por los paisajes sonoros. A su vez, Tomás de Jesús lo acompaña: es el asistente en escena, encarna los personajes que requiere la historia, baila por momentos, nos seduce, se encarga de reproducir los sonidos. Así, le otorga a la escena movimiento que funciona como un contrapunto balanceado con Alarcón.

La obra configura una de las tantas derivas que tuvo el biodrama. Por momentos se acerca a la performance, a la danza, a la conferencia performática. El autor lleva a escena sus años de profesión periodística y presenta aristas de una investigación. Junto con las escenas de su vida que se van sucediendo, hay digresiones en torno a otros tópicos que, por alejados que parezcan, ofrecen claves de lectura centrales. A su vez, aparecen testimonios: voces de quienes conforman el personal de salud legitiman las hipótesis de Alarcón sobre lo que le ocurrió y lo ayudan a descartar otras especulaciones. También hay testimonios en primera persona de otras identidades que no son la de un varón cisgénero y dan cuenta de las múltiples implementaciones de la testosterona: como los usos deseados por personas que la eligen para sentirse mejor, diferencia sustancial a la luz del intento de corrección que aconteció sobre Alarcón. 

El mundo vegetal es una de las divagaciones que aparecen en la obra en reiteradas oportunidades. Aparece como una de las claves de lectura que se ofrece para pensar la conformación de la identidad. Qué habría pasado si los nombres de las plantas no hubieran sido modificados al latín durante la colonización. ¿Serían, entonces, las mismas plantas que hoy conocemos? Esta es una de las preguntas que figuran y que parece interrogarnos sobre las formas en las que organizamos el mundo desde el lenguaje. ¿Somos el nombre que nos ponen? ¿Las maneras en las que nos educan? ¿Hay algo anterior o que sobrevive a eso y que nos constituye? Cómo crecer siendo uno mismo –y no una mala traducción asignada– cuando se nos ponen tutores para que crezcamos en un único sentido recto e impuesto. Estas son algunas de las preguntas que convoca la obra.

Los momentos más cercanos al formato de una conferencia performática son también aquellos en los que aparecen referencias a los viajes de descubrimiento de von Humboldt y Bonpland a inicios del siglo XIX: las relaciones homoeróticas y la conformación de nuevas cartografías se vinculan con la biografía de Alarcón. Además, reconstruye los usos de la testosterona como una tecnología de género que disciplina los cuerpos que no se adaptan a la masculinidad que se espera. El recorrido de Carl Peter Vaernet, médico danés ligado a la SS, es llevado a escena como un exponente del daño causado por el mal uso del tratamiento hormonal.

Como es propio de la comunidad sexo-género disidente, Alarcón imbrica, en sus relatos y en su cuerpo en movimiento, el dolor con la fiesta: siempre hay un poco de tiempo para Madonna parece decirnos. Para el voguing y para el amor. De la mano de las historias más íntimas suyas, de su madre y padre, también está la pregunta por el futuro. El tópico del mandato de reproducción que pesa sobre las masculinidades se hace presente.

El trabajo de investigación de Alarcón se conjuga con la dirección de Lorena Vega quien encausa y organiza escénicamente la narración. Junto con Tomás de Jesús, la obra logra construir diferentes climas que, en definitiva, dan cuenta de las sensaciones y experiencias de una vida. Las catástrofes naturales conviven con el crecimiento continuo de los esquejes. Los abusos médicos y los adoctrinamientos sociales son contrarrestados con la construcción de la identidad propia que es acogida –y celebrada– por una comunidad. La historia de abusos por parte de la institución médica contra las identidades disidentes es agrietada cuando una persona se inyecta, por deseo y con amigues, testosterona. Un poco de cada una de estas ideas aparece en la obra que es la puerta de ingreso a una subjetividad, a una historia de vida, pero también a temas que nos involucran como sociedad y que constituyen nuestros imaginarios.

 

Testosterona se presenta los jueves de febrero a las 20:30hs y los lunes de marzo a las 20hs en el Teatro Astros, Av. Corrientes 746, CABA.

Ph Nora Lezano